Categoría: Paisaje

‘Edena’

el paisaje sumerio

Resulta difícil delimitar el espacio al que hoy llamamos Mesopotamia. Los mapas históricos en ocasiones incluyen fragmentos de las actuales Turquía, Palestina, Egipto o incluso Irán. Se suele describir este territorio como estrictamente el espacio existente entre los dos ríos principales de la región, el Tigris y el Éufrates, aunque el área que abarcaron las distintas civilizaciones que luego englobaron lo que entenderemos como ‘cultura mesopotámica’ se llegara a extender desde el Mediterráneo a los montes Zagros, y desde los montes Tauro al Golfo Pérsico. Con frecuencia cuando hablamos de Mesopotamia estamos refiriéndonos a la suma de culturas, lenguas y pueblos que habitaron un extenso territorio desde el inicio de la Historia hasta la caída de Persépolis, en el 331 a.C. En palabras de la historiadora iraquí Zainab Bahrani, «Mesopotamia no es tanto un lugar como una época»[1].

Entendemos que estudiando la cultura un pueblo antiguo se comprende mejor el territorio que habitó. En los mitos y leyendas sumerias son frecuentes las referencias al agua, y la relación del hombre con ella. Ésta es responsable de dar vida y de quitarla a su antojo. Edificios y ciudades enteras construidas con adobe secado al sol, erigidas junto a ríos y marismas por las mejores condiciones que les proporcionaban, sucumbieron durante siglos y milenios a los caprichos de las riadas. El cauce y el caudal de los ríos Tigris y Éufrates siempre fueron y son aun a día de hoy imprevisibles. En Sumer el dios responsable de la fertilización de los campos no estaba asociado a ningún río, a diferencia de Hapi, en el antiguo Egipto. Se llamaba Enki. En = señor; ki = tierra. El señor de la tierra era el dios del agua, pues el agua en definitiva es más poderosa que la tierra, y puede dominarla a su antojo. Los ríos mesopotámicos son muy caprichosos, y cambian su trazado con frecuencia tras cada inundación. Esto es debido a que desde Bagdad hasta la desembocadura de los ríos en el golfo se trata siempre de un terreno de aluvión. La tierra entre ambos ríos es prácticamente plana, sus aguas descienden en 500km de recorrido tan sólo 34m.

A merced de estos cambios sobrevivían los primeros pobladores de la zona. Sus leyendas narraban grandes epopeyas de reyes y sacerdotes que desafiaban las fuerzas de la naturaleza, la muerte, el hambre y las riadas. Entre los mitos sumerios más conocidos está el del Diluvio, en el que el humano Utnapishtim era llamado por Ea, la diosa de la sabiduría, a construir un barco de bitumen y madera para él y su familia, con el que sobrevivió a una crecida de las aguas que ahogó al resto de seres vivos. Este mito luego fue adoptado por las diferentes culturas mesopotámicas, entre ellas las semitas, que lo incluyeron en el antiguo testamento.

En el taller comprenderemos dentro de ‘paisaje’ todo aquello que ocurría fuera de las murallas de las ciudades. Una ciudad, se puede definir como una sociedad compleja, que distingue entre los productores de alimento (campesinos), y los que se dedican a otras labores (especialistas), dado que el desarrollo de la agricultura ha alcanzado un nivel que permite que algunos miembros de esta sociedad puedan preocuparse de otros asuntos, como serían la artesanía, el sacerdocio, la administración o la defensa.

Estas primeras ciudades fueron, quizá, los primeros paisajes artificiales de la Historia. En ellas parte de la población viviría del complejo sistema inventado por el hombre en su interior. Tras sus murallas encontraríamos los territorios subordinados, controlados desde una o varias instituciones centrales –como palacios o templos– cuyos terrenos eran privados en su mayoría y se arrendaban a los campesinos a cambio de un precio. La plantación más común era la cebada, ya que permitía ser almacenada durante mayor tiempo que otros cereales, y cuya siembra y recolección podía ser dirigida desde una administración central. Con ella se pagaban los salarios, los impuestos y los tributos. Además servía de alimento y permitía la producción de cerveza.

Mario Liverani (La Sapienza, Roma) sostiene la hipótesis que entre todos los factores que pudieron contribuir a la emergencia de las sociedades urbanas, el factor más relevante fue el desarrollo de las técnicas agrícolas. Destaca tres en particular: el ‘campo largo’, el ‘riego por surco’ y el ‘arado de tracción animal’. Estos tres inventos o descubrimientos propiciarían, a diferencia de técnicas anteriores, de pequeña escala, de organización familiar, la generación de una administración central que coordinase el reparto de tierras, su siembra, la construcción de canales, y asegurase la irrigación de todos los campos por igual. La nueva sociedad estatal, coordinada por una o más instituciones centrales, permitiría además alejarse del núcleo familiar como núcleo de producción. [2]

Otros estudios centran la atención en el entorno natural en el que se desarrollaron las sociedades urbanas. Estos estudios comprenden que el «nacimiento» de las ciudades, en tanto que sistemas complejos, tuvo que  ser un fenómeno emergente, y por tanto se debería más a la interacción entre diferentes factores que al desarrollo de uno en particular por encima de los demás. Estos otros factores clave incluirían el desarrollo de la escritura, el comercio, el transporte fluvial y el desarrollo de la rueda. De ser así, deberíamos tender a abandonar el concepto de estado ‘prístino’, entendido como «formación social que se desarrolla enteramente como resultado de factores endógenos», asumiendo que los sistemas sociales complejos no pueden existir ni evolucionar de forma aislada. La mayor facilidad de transporte (de naturaleza fluvial), apoyada en la hipótesis de que el entorno de las primeras ciudades sumerias hubiera estado inundado, hubiera hecho de catalizador entre el resto de factores.  [3]

Actualmente el debate sobre la reconstrucción del paisaje mesopotámico en el periodo de generación de las primeras sociedades urbanas se centra en determinar en qué medida las marismas hubieron dominado el entorno de los núcleos urbanos, así como tratar de establecer el antiguo curso de los ríos, la antigua línea de costa y la concentración de extensiones de agua dulce. La búsqueda de canales navegables, que conectarían un gran número de asentamientos, es clave para comprender las relaciones que hubieron establecido las diferentes ciudades entre sí. Esto resulta especialmente difícil dada la inestable situación política y social del sur de Irak, y algunos expertos prefieren mantenerse escépticos hasta que no se puedan comprobar sus teorías con evidencia arqueológica. Aún así, la posibilidad de acceder a imágenes por satélite permite abrir nuevas vías de investigación hasta que finalmente se retomen las excavaciones.

1. Poseer Mesopotamia, BAHRANI, Zainab, Columbia University, Nueva York, artículo presente en  Antes del Diluvio. Mesopotamia 3500-2100 a.C. (catálogo de la exposición), Barcelona, Ediciones Polígrafa, 2012, p104-107.

2. LIVERANI, Mario: Uruk. La primera ciudad, Barcelona, Bellaterra arqueología, 2006.

3. ALGAZE, Guillermo: La antigua Mesopotamia en los albores de la civilización. La evolución de un paisaje urbano, Barcelona, Bellaterra arqueología, 2008.

Diving Into Noah’s Flood_National Geographic Channel

http://www.fileswap.com/share/index.php?id=7KFvCGINUx

«Archaeologist Jeff Rose embarks on a journey to understand how the destructive forces of water might have inspired the biblical story of Noah’s Ark and the great flood. Dr. Rose believes that a massive flood once swallowed a landmass as big as Great Britain, created the Persian Gulf and sent tribes of Neolithic people into constant retreat from the ever-rising waters.»

Sumer Hoy (Ur, Uruk, Eridu, Tello, Kish)

Fundida en el tiempo, la ciudad de Ur se erige, hoy invisible, a una veintena de kilómetros de la actual Nasiriya, en el sur de Irak. El aspecto actual de la ciudad es fruto de cuatro mil años de incesante erosión. Las estructuras excavadas se encuentran fragmentadas y dispersas.

Se estima que tan sólo el diez por ciento del yacimiento ha sido excavado. De sus edificios únicamente se mantiene visible el zigurat- construido a finales del segundo milenio a.C. y reconstruido en los años ochenta- y algunas zonas de los barrios residenciales.

Los arqueólogos han intentado reconstruir el aspecto que pudieron tener los hogares de los habitantes de Súmer. Estas construcciones, catalogadas dentro de las primeras casas-patio documentadas de la Historia, se organizaban alrededor de un vacío central. En los niveles inferiores se desarrollaban las actividades diarias, reservando los superiores para el descanso.

Giparu de Uruk:

Fotos de diferentes yacimientos sumerios (2011). Más documentos en el apartado ‘Ciudad’:

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Documentación por el grupo de investigación de la UPC-ETSAB (2011), financiado por la Gerda Henkel Stiftung; con la ayuda de la Iraqi State Board of Antiquities and Heritage y de las universidades de Bagdad y de Samawa. Edición vídeos por Jose Castro, Marc Marín y Eric Rusiñol (2012).

Las Marismas del Éufrates

Las marismas del Tigris y del Éufrates fueron el hogar de las primeras civilizaciones mesopotámicas. Su naturaleza proveyó alimento y protección a sus habitantes, e inspiró la bíblica imagen del Edén.

Hoy están pobladas por los árabes de las marismas, antiguos opositores al régimen de Saddam Hussein. En los años noventa fueron perseguidos, y se inició un proceso de forzada y desastrosa desecación de la región. En la actualidad existe un proyecto internacional destinado a descontaminar y preservar el patrimonio natural del territorio.

Los ‘mudhifs’, construcciones realizadas íntegramente con caña, siguen trenzándose  según las técnicas tradicionales, de origen sumerio. Se supone que fueron las primeras formas residenciales de la región.

Vídeos:

Fotos:

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Documentación por el grupo de investigación de la UPC-ETSAB (2011), financiado por la Gerda Henkel Stiftung; con la ayuda de la Iraqi State Board of Antiquities and Heritage y de las universidades de Bagdad y de Samawa. Edición vídeos por Jose Castro y Marc Marín (2012).